Esta vez, tras el exilio de hace dos semanas en un despacho de abogados, volvemos al Salón de Actos de Teleco. Al estar el führer-director, Ptolomeo von Bismarck, visitando sus latifundios prusianos, toma el mando del ensayo el Gran Visir Kermit.
Tras unos ejercicios de calentamiento, en los que se queda patente la dudosa condición física del reparto, llega el "lazarillo cuentacuentos". Los actores se colocan en parejas, y uno de cada pareja se pone un pañuelo... delante de los ojos. El otro lo va llevando por el espacio (el escenario, el resto del Salón de Actos, incluso pueden salir al hall de la escuela y más allá) y, por el camino, le cuenta una historia, pero sin decir nada. Es decir, mediante gritos, rebuznos u otros sonidos onomatopéyicos.
Podéis ver a continuación unos interesantes documentos gráficos.







Una vez han pasado todos por ser ciegos y lazarillos, nos reunimos en el escenario, y vemos si lo que han visto los "ciegos" se corresponde con lo que les han contado los "lazarillos". Veamos lo que dijo una de las parejas, escogida al azar:
Javi Xu (que hacía de ciego): Anochecer en un pueblo de la playa, sonaban cigarras y algunos búhos. Un hombre ronca y su mujer lo chista para que se calle. Un mosquito ve todo el pueblo y lo filma con una cámara que tiene dentro.
Alberto Amorfo (Lazarillo): Dos ladrones entran a robar en un museo y se hacen callar mutuamente, pero en realidad no quieren nada, tan sólo están investigando.
Tras el descanso, llega el momento cumbre de la noche. Llega la estrella invitada, don Jesús Gago, insigne actor y cantante, que imparte a los actores un breve, pero intenso, taller de voz. Les explica, en primer lugar, unos sencillos ejercicios para estirar el diafragma.


Pues claro que esto último no es lo que parece. ¡Por favor, "La tinaja de los dioses" es una obra infantil!
Una vez que, gracias a las enseñanzas de don Jesús, los actores tienen todos unas voces como la de Freddie Mercury o Montserrat Caballé (según las preferencias de cada uno), el insigne pedagogo pasa les hace recitar un poema de Bertold Brecht, pero de tal manera que tienen que convencer al resto del reparto de la verdad de esas palabras. Es decir, no sólo se trabaja la voz, sino también la escucha, el estar pendiente del compañero mientras se está en escena, en lugar de que cada uno haga la guerra por su cuenta. Los actores, un poco agarrotados al principio, se van soltando luego, y acaban saliendo unas escenas realmente dramáticas.
El ensayo se prolonga hasta casi las nueve y media, pero nadie mira el reloj cuando acaba.
Tras unos ejercicios de calentamiento, en los que se queda patente la dudosa condición física del reparto, llega el "lazarillo cuentacuentos". Los actores se colocan en parejas, y uno de cada pareja se pone un pañuelo... delante de los ojos. El otro lo va llevando por el espacio (el escenario, el resto del Salón de Actos, incluso pueden salir al hall de la escuela y más allá) y, por el camino, le cuenta una historia, pero sin decir nada. Es decir, mediante gritos, rebuznos u otros sonidos onomatopéyicos.
Podéis ver a continuación unos interesantes documentos gráficos.







Una vez han pasado todos por ser ciegos y lazarillos, nos reunimos en el escenario, y vemos si lo que han visto los "ciegos" se corresponde con lo que les han contado los "lazarillos". Veamos lo que dijo una de las parejas, escogida al azar:
Javi Xu (que hacía de ciego): Anochecer en un pueblo de la playa, sonaban cigarras y algunos búhos. Un hombre ronca y su mujer lo chista para que se calle. Un mosquito ve todo el pueblo y lo filma con una cámara que tiene dentro.
Alberto Amorfo (Lazarillo): Dos ladrones entran a robar en un museo y se hacen callar mutuamente, pero en realidad no quieren nada, tan sólo están investigando.
Tras el descanso, llega el momento cumbre de la noche. Llega la estrella invitada, don Jesús Gago, insigne actor y cantante, que imparte a los actores un breve, pero intenso, taller de voz. Les explica, en primer lugar, unos sencillos ejercicios para estirar el diafragma.


Pues claro que esto último no es lo que parece. ¡Por favor, "La tinaja de los dioses" es una obra infantil!
Una vez que, gracias a las enseñanzas de don Jesús, los actores tienen todos unas voces como la de Freddie Mercury o Montserrat Caballé (según las preferencias de cada uno), el insigne pedagogo pasa les hace recitar un poema de Bertold Brecht, pero de tal manera que tienen que convencer al resto del reparto de la verdad de esas palabras. Es decir, no sólo se trabaja la voz, sino también la escucha, el estar pendiente del compañero mientras se está en escena, en lugar de que cada uno haga la guerra por su cuenta. Los actores, un poco agarrotados al principio, se van soltando luego, y acaban saliendo unas escenas realmente dramáticas.
El ensayo se prolonga hasta casi las nueve y media, pero nadie mira el reloj cuando acaba.